El 1 de marzo tuvo lugar el III Encuentro Anual de la Asociación de Mujeres Españolas en Suiza, bajo el título “La utopía de la integración perfecta”. Un tema irresistible para cualquier persona, hombre o mujer, inmigrante en Suiza o hija de expatriados que viva en sus propias carnes el proceso de integrarse en este bello país.
Unas 80 mujeres, según me cuentan el doble que el año pasado, acudimos a la cita decididas a plantar cara a la realidad de la integración, compartir nuestras experiencias, enriquecernos con las ajenas, conocernos y pasar un buen rato. Lo que no podíamos imaginar es que estos objetivos se iban a ver cumplidos y, más allá, superados gracias a una buena dosis de conocimiento y sobre todo de EMOCIÓN, con mayúsculas.
La jornada arrancó con unas palabras de la Presidenta de la Asociación, Itziar Marañón, quien aprovechó para recordar el fin último de la Asociación haciendo una preciosa comparación: “Queremos construir una gran red de mujeres, que sea un apoyo para todas y en la que, como en una red de circo, podamos caer en los momentos bajos y después saltar para llegar a lo más alto”.
A continuación, comenzó la primera ponencia de manos de Cristina Büttikofer, Jefa de Proyectos de la Oficina de Integración de la Ciudad de Zürich, quien compartió con todas nosotras la experiencia de sus padres, inmigrantes en la Suiza de los 70’, así como sus vivencias a caballo entre dos culturas, la suiza y la española. Después de un breve recorrido por la historia de los movimientos migratorios desde Suiza y hacia Suiza, de la situación actual en el país y de cómo se fomenta hoy día la integración, lanzó la primera pregunta “bomba” al respetable: pero, ¿qué es integración?
Entre las respuestas, como en botica, de todo un poco aunque siempre clasificables entre experiencias positivas y negativas. Yo misma me animé a compartir mi opinión, afortunadamente positiva, para coincidir de pleno con la propia definición de integración de Cristina quien, con una dulzura que contrastaba con la fuerza de las ideas claras, afirmó que para ella la integración en un país distinto al de origen es “sentirse en casa”.
A la rotundidad de Cristina siguieron las exposiciones de Gloria Suárez, psicoterapeuta, y Ana Catalán, psicóloga, quienes hablaron de las diferentes fases de la integración de una persona -“luna de miel”, pérdida, adaptación y aceptación- y los factores que juegan un papel fundamental en cada etapa, haciendo especial hincapié en la segunda fase, la del duelo, cuando se experimenta el doloroso choque cultural. A modo de conclusión, muy buenos consejos: a la hora de emigrar, es muy recomendable informarse muy bien antes de desembarcar en otro país, llevar a cabo una buena gestión de las expectativas, abrirse a nuevas experiencias y una buena dosis de positivismo y sentido del humor (que no falte).
Integrarse o no integrarse, esa es la cuestión
De todo lo hablado, me quedo con un pensamiento que comparto al 100%: cuando emigramos a otro país “no perdemos, sino que ganamos”. No perdemos familia y amigos, que siempre van a estar ahí; ganamos la oportunidad de conocer gente nueva. No perdemos nuestra casa, barrio o ciudad. Ganamos una casa que podemos convertir en un hogar, a nuestro gusto. Ganamos la oportunidad de descubrir nuevos rincones favoritos. Ganamos. Ganas. Las mismas que hay que echarle todos los días, vivamos aquí o en Pekín.
Hora de comer y, lo mejor, de tiempo libre para conocernos. Bocadillos, patatitas, picoteo y una tarta artesanal deliciosa acompañaron la animada charla. Y cuando nos quisimos dar cuenta estábamos de nuevo sentadas, como niñas buenas, dispuestas a seguir aprendiendo. En ese momento, la sala ya rebosaba de emoción tras la puesta en común de tantas vivencias personales que, sin importar nacionalidad, procedencia, edad ni acento, iban trazando un lazo que nos envolvía y unía a todas, y que todavía hoy puedo sentir.
La jornada siguió al rojo vivo con el debate moderado por Olivia Payo, responsable de Integración, Generaciones y Sociedad del Cantón de Zug, y su sugerente título: “¡Horror, me he vuelto suiza! ¿O es algo positivo?”. Dos socias abrieron el melón contando su experiencia, en muchos aspectos contraria a la de la otra, y a las carcajadas de todas, que nos reconocíamos en la anécdota ajena, siguieron un sinfín de historias personales y opiniones cargadas del realismo y el sentimiento del que “lo ha pasao”. El cerco se iba cerrando en torno a quienes parecen tener la llave (o la culpa) de parte de nuestra perfecta o imperfecta integración: los suizos, esos grandes desconocidos.
Hoy en Expediente X: los suizos
Ay, mamá, los suizos. ¿Cómo son? ¿Cómo funcionan? Marianne Helfer, experta en Integración del Centro Competente para la Integración de la Ciudad de Berna y suiza, tanto o más que el queso Appenzeller, saltó al ruedo cortés y valiente para responder sin pudor nuestras preguntas. De Marianne aprendimos que los suizos se identifican a través del trabajo, que son modestos y discretos, y que hacen productivo hasta el tiempo libre. Pero sobre todo llegamos a una conclusión tan lógica y obvia como escurridiza a veces: no son todos iguales. No se puede generalizar. Y yo no podía dejar de pensar en mi vecina, Carmela, suiza y cercana, cariñosa, atenta y con quien mantengo una relación que jamás he tenido en España con ninguno de mis vecinos. Pero esta historia ya la contaré otro día. Marianne, estuviste fantástica y me encantaron tus zapatos 😉
Después, con nuestras cabezas llenas de ideas en ebullición, con las propias del revés y las ajenas empujando para abrirse hueco, afrontamos un test sorpresa para medir nuestro nivel de “suizicidad”, que suena muy feo pero nos permitió descubrir entre risas cuanto tenemos de suizas a estas alturas. A mí no me fue del todo mal. Ni copié, ni lo intenté, ni siquiera lo pensé. Mis profesores estarían orgullosos.
Y llegó el inevitable final. Con un aperitivo y un ratito de charla extra cerramos una jornada tan interesante como intensa, que había durado más de 6 horas y nos había parecido un suspiro. O más bien una gran inhalación de aire necesario para seguir hablando y compartiendo ideas, que es lo que hicimos casi durante una hora más.
De aquel día, me quedo con todo: la información que compartieron las ponentes, todas vuestras historias, opiniones y sonrisas. Pero ¿cómo cerrar la crónica de un día tan intenso? Esto lo tengo claro, me quedo con una frase que representa a la perfección lo que es integración, con orgullo, humor e inteligencia, y que una española-dominicana tuvo a bien compartir un día con Itziar: «YO SOY REINA DE DOS MUNDOS”.
Pues eso. Un saludo a todas las reinas, feliz integración y a seguir reinando 🙂
PD. Mi enhorabuena a organizadoras y ponentes, salió todo redondo. Y muchas gracias a todas las asistentes por regalarnos a las demás un pedacito de vuestra historia. Sois grandes. Todas.
*Fotografías cedidas por la Asociación de Mujeres Españolas en Suiza.
Links de interés:
Página web de la Asociación de Mujeres Españolas en Suiza (AMES): www.mujeres.ch
Perfil AMES en Facebook: www.facebook.com/mujeres.espanolasensuiza
TODO LO AQUI ESCRITO ES MUY INTERESANTE