Como consumidora habitual de cerveza que soy -por no decir fan, MUY FAN de esta bebida-, fue una grata sorpresa descubrir que Suiza acogió la primera fábrica «moderna» de cerveza de la Historia. Un punto más a favor del país del chocolate, otra de mis grandes pasiones 🙂
Efectivamente, la Abadía de St. Gallen -en la Suiza alemana, cerca de la frontera con Austria y el Lago Constanza-, instaló la primera cervecería industrial de la Historia, es decir, la primera en seguir un procedimiento determinado y utilizar maquinaria diseñada para ello y mano de obra especializada: los monjes.
Cómo llegó la cerveza desde Oriente Medio a Suiza
La cerveza, además de ser una de las favoritas a nivel mundial, fue la primera bebida alcohólica que consumió el hombre hace unos 10.000 años. Aunque su origen se sitúa donde actualmente se encuentra Palestina, se ha demostrado que la producción y consumo de cerveza se dio en casi todas las civilizaciones antiguas, desde Sumeria y Babilonia pasando por China hasta, por supuesto, el Antiguo Egipto.
De hecho, Egipto fue el punto de partida de la expansión de la cerveza por el Mediterráneo. En poco tiempo esta bebida se convirtió en la más popular en Grecia y más tarde del Imperio Romano hasta llegar a la Edad Media, época en la que se extendió su producción y consumo en el centro y norte de Europa.
¿Por qué se popularizó tanto el consumo de cerveza?
Además de las propiedades que se le atribuía a la cerveza desde tiempos inmemoriales, a su popularidad contribuyó, precisamente, la mala fama que tenía el agua en aquel entonces. Y es que hace mil años el agua en Europa no estaba al alcance de cualquiera y no siempre era apta para el consumo humano. De hecho casi nunca lo era (como desgraciadamente todavía ocurre en muchos países en el mundo).
Así, pronto se tuvo claro que era mucho más sano y seguro beber cerveza que agua, debido a que el proceso de fermentación de la cebada destruía gran parte de las bacterias nocivas y otros gérmenes presentes a menudo en el agua, que causaban muchas enfermedades y en ocasiones la muerte del que la consumía.
La fábrica de cerveza de la Abadía de St. Gallen
Tras la desaparición del Imperio Romano y con el auge de la religión católica, la elaboración de cerveza se concentró sobre todo en los monasterios y la Iglesia se hizo con el monopolio cuasi absoluto en el comercio de cerveza. Los monjes, además de convertirse en expertos “cocineros” de cerveza de la época, mejoraron mucho la receta (que mantuvieron en secreto hasta el siglo XI).
La receta de la cervesia monacorum, la que elaboraban los monjes, se elaboraba con agua, cebada, levadura y gruyt o gruut, una mezcla de mirto, frutos del bosque y romero que le daba un toque picante.
Pero volvamos a St. Gallen. ¿Por qué fue tan importante la fábrica que instalaron los monjes en la Abadía?
Pues nada más y nada menos porque esta fábrica fue la primera fábrica industrial de cerveza en la Historia, la primera en seguir una receta concreta y un procedimiento determinado y utilizar maquinaria especializada. De hecho, los primeros planos de una fábrica de cerveza encontrados corresponden a la fábrica de St. Gallen, que se estableció en el año 766 d.C.
Con el paso del tiempo, la Abadía de St. Gallen se convirtió, además de en el epicentro de la cultura del continente, en la primera cervecería de Europa. En el siglo X incluso vendían tres tipos diferentes de cerveza: la prima melior, reservada para nobles y altos cargos de la Iglesia, la secunda, igual que la anterior pero de menor graduación (la “clarita” de la época, especial para los monjes) y la tertia, la más suave, destinada al consumo de pobres y peregrinos. Casi una “sin” de las de ahora, vaya.
¿Qué fue de la fábrica de cerveza de la Abadía de St. Gallen?
Pues pasó lo que tenía que pasar. El crecimiento de las ciudades y el desarrollo del comercio y el sistema de transporte popularizó el uso del lúpulo en la fabricación de cerveza (que permitía conservar durante más tiempo la bebida) y poco a poco la elaboración volvió a manos de la población civil y expertos artesanos.
A finales del siglo XII el control de la industria cervecera quedó en manos de artesanos, que transformaron la receta de la cerveza hasta dar con la fórmula que se consume hoy en día: malta de cebada, agua, lúpulo y levadura.
Si eres aficionado a la cerveza, Suiza es el país perfecto para hacer “turismo cervecero” visitando fábricas de primeras marcas y factorías que producen cervezas artesanas que solo puedes comprar en sus instalaciones, y asistir a catas en las que probar diferentes variedades.
Para más información no dejéis de echar un ojo al post –primera parte y segunda parte– publicado por la amiga zuriquesa
Prost! 🙂
Siempre se dijo que los monasterios, en época medieval, eran la fuente de la sabiduría… pues ya te digo si sabían los monjes estos, sí… xD
Hola, muy interesante tu post. me podrás decir cual es la fuente de información de que la Abadía fue la primer fábrica de cerveza en el mundo? gracias!
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