Mi experiencia de parto en Suiza (III y último capítulo :P)

Y ahí estaba yo, rodeada de matronas y ginecólogas que ni sabían de dónde venía la sangre, ni qué podía ser…

Y lo cierto es que yo me encontraba bien, las constantes del gordito eran buenas y todo parecía normal, así que finalmente decidieron esperar, dejándonos sobre aviso: si las constantes empezaban a caer me harían una cesárea de urgencia en la que, al igual que en un parto natural, me podría acompañar mi pareja y haría el «piel con piel» (algo que en España no es posible en caso de cesárea, ojo).

Una matrona aparecía cada 5 minutos para asegurarse de que todo iba bien. Tras horas de contracciones, el enema, el calmante y los vómitos… mi cara era un poema. ¿Todo esto para acabar en cesárea? En un momento dado perdimos el pulso de gordito porque el monitor, pegado a mi barriga, se había movido. Yo estaba tranquila porque tenía claro que todo iba bien, pero una vez más la reacción de matronas y ginecólogas fue impecable: rápida, tranquila y eficaz.

Finalmente, me colocaron bien el monitor y las constantes de mi bebé de las nieves volvieron a la pantalla. Todo iba bien. Cuando me volvieron a revisar, el sangrado había desaparecido, así que corrimos un tupido velo y seguimos adelante: centímetro a centímetro. El momento expulsivo se acercaba y yo decidí echar otra cabezadita… zzz zzz zzz

Final rápido y feliz

4 de la tarde. Seguía nevando y nosotros esperando, lo único que podíamos hacer mientras yo seguía dilatando. Por recomendación de la matrona de turno, adopté una postura diferente para ayudar a monete a atravesar el canal del parto, momento que recuerdo como el más desagradable de todo el proceso. Literalmente, sentí que me iba a hacer de todo encima, y todo a la vez. Era solo la sensación, no sentía dolor alguno, pero era realmente incómodo. Insufrible.

Cuando pasó, me sentía realmente cansada y para más INRI las contracciones volvieron a hacer acto de aparición. Volvía a sentir dolor, intenso pero manejable, y llamamos a la matrona para pedirle opinión. Me confirmaron que el efecto de la epidural estaba pasando y que, llegados a este punto, podía aguantar hasta el final a base de pequeños chutes (lo mínimo imprescindible) o chutarme a lo bestia más epidural, algo que no me aconsejaban porque podía restarme sensibilidad a la hora de pujar y dificultar la salida de monete.

Obviamente, opté por aguantar y encaré el que fue uno de los momentos más especiales del parto: para sobrellevar el dolor de las contracciones, y también por cansancio, cerré los ojos, me concentré en respirar -como había aprendido en yoga- y me relajé. Me relajé muchísimo. Le pedí a marido que me dejase «sola» y literalmente me metí en mi mundo, desconectada de todo, en una especie de limbo en el que me encontraba a gustísimo. Dolorida pero a gusto. Especial, raro… y maravilloso.

6 de la tarde. Una nueva sensación me hizo salir del «letargo» en el que me encontraba para avisar a la matrona. Me apetecía empujar. Un poco escéptica, la matrona me dijo que era pronto pero al mirarme, oh sorpresa, estaba a punto de caramelo. HABÍA LLEGADO EL MOMENTO. Me preguntaron si quería un espejo para verlo pero decidí que no, no vaya a ser que me diera un parraque (que una es muy impresionable).

Un detalle que me encantó es que la matrona me preguntó dónde quería a mi marido. Una forma delicada de saber si me incomodaba o no que viera lo que estaba pasando por allí abajo, y que me trasladaba el mensaje de que allí, lo primero era yo y mi comodidad, y que en mi parto mandaba yo y nadie más que yo. Como tiene que ser.

Y nos pusimos manos a la obra. Me preguntaron si me encontraba bien de lado e hicimos un primer pujo de prueba. Esperé a la contracción, empujé… y nuestro gordito empezó a venir al mundo. 4 contracciones después, gordito estaba ya casi fuera. La matrona me guiaba de manera excelente y yo, calmada y concentrada, sentía estar haciendo un buen trabajo. No había dolores más allá de la contracción, y eso ayudaba mucho. La matrona me dijo que el siguiente debía ser el último pujo, que lo diera todo… y chiquitín vino al mundo ayudado por marido exactamente a las 6.50 de la tarde, sin llorar y con unos ojos muy abiertos que enseguida fijó en mi.

Amor a primera vista 

Es imposible describir con palabras las sensaciones de ese momento, pero lo voy a intentar: alivio, porque todo ha terminado, poder, porque una ha sido capaz de hacerlo, alegría, porque todo ha salido bien, fuerza, porque eres consciente de que acabas de traer una vida al mundo, ternura, al abrazar al que llevas tanto tiempo esperando, emoción, al compartir la llegada del chiquitín -en mi caso, con su papá-, mariposas en el estómago por ese pequeño desconocido al que me acababan de presentar que no aparta los ojos de una ni un segundo… y me quedo corta, muy corta…

*Ojo amigas, esta fue MI experiencia pero no tiene por qué ser la vuestra. Mucha gente me advirtió que podía no sentir nada realmente especial por mi bebé al principio, o incluso albergar algún sentimiento negativo, y no tiene nada de malo. Las hormonas juegan malas pasadas y, según vaya el parto, una puede acabar con muy mal cuerpo así que ÁNIMO y sea como sea… no-fustigarse. Lo mejor siempre está por llegar 🙂

Hicimos «piel con piel», al ratito me lo pusieron al pecho y empezó a mamar, después el papá pudo hacer «piel con piel»… y con calma, tiempo después, lo cogieron para pesarlo y demás. Sin salir de la sala de partos y sin llevárselo a ningún lado. Nuestro gordito estaba perfecto -a pesar de haber nacido 3 semanas antes de lo previsto, pesó 3 kilos- y yo me encontraba realmente bien. De subidón, subidón. Y expectante, por la que se nos venía encima. Pero feliz, muy feliz.

Un resumen práctico y un consejos para mamás a punto de parir (que sí, que ya sois mamás)

  • No llegué a romper aguas (no, no siempre pasa)
  • Estuve casi 20 horas con contracciones y, de estas, casi 10 dilatando (o sea, de parto) y es NORMAL
  • Matronas y ginecólogas del Zollikerberg hicieron un trabajo maravilloso: Cariñosas, atentas, muy profesionales… siempre tenían una palabra para infundirme valor y confianza (muchas de ellas hablaban español). Siempre me acordaré de ellas, especialmente de Kathryn, que me guió en el expulsivo.
  • Las instalaciones del hospital de 10, tanto la sala de partos como la habitación familiar en la que nos alojamos después.
  • La epidural me fue de gran ayuda, sobre todo para poder dormir tras 26 horas despierta. Sin ese descanso habría llegado malamente al final.
  • Peeeero OJO, un parto con epidural es un parto vaginal pero no natural. El proceso está muy medicalizado y fue un incordio pasar tantas horas con tanto cable por todos lados (vía, catéteres varios, monitor en la barriga…)
  • A pesar de todo, mi experiencia fue muy buena y recuerdo haberme sentido cómoda, muy bien atendida, cuidada, comprendida, animada y acompañada en todo momento. Recomiendo tanto el hospital como la epidural.

CONSEJILLOS:

  • No os cortéis y, desde el momento en que sabéis que estáis embarazadas hasta el parto, haced saber y exigid el parto que queréis. El parto es VUESTRO y de nadie más.
  • Confiad en los profesionales pero sobre todo en vosotras mismas, porque vosotras sois las protagonistas de vuestro parto. Haced caso a vuestro instinto.
  • No tengáis miedo, lo vais a hacer súper bien.
  • Si surge algún imprevisto, escucha a los profesionales y estate segura de que van a hacer lo mejor para ti y el bebé.
  • Y cuando todo haya pasado, disponte a disfrutar pero también a dejarte cuidar y abrazar los momentos complicados que suelen acompañar al posparto, especialmente en los primeros 15 días. Aprovecho para compartir un texto que me habría encantado haber leído antes de tener a mi hijo, y que espero os resulte útil a alguna de vosotras: Carta a una mujer embarazada.

Y ahora sí, me despido no sin antes disculparme por haberme enrollado tanto, tantísimo y, como siempre, animaros a compartir vuestra experiencia de embarazo y parto para otras compañeras mamás y/o futuras mamás en busca de información 🙂 En concreto, ¿qué tal os fue teniendo a vuestr@s hij@s en Suiza? ¿Os gustó el sistema? ¿Qué veis mejorable? ¿O qué fue lo mejor de todo? Por supuesto, los papás también están invitados a compartir sus vivencias.

Un saludo y gracias por seguir ahí 🙂

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4 comentarios en “Mi experiencia de parto en Suiza (III y último capítulo :P)

  1. Pingback: Mi experiencia de parto en Suiza (II) | Living la vida en Suiza

  2. Hola! Soy española y vivo en suiza en Engadina el canton Graubunden en una zona muy muy rural y realmente nada contenta con el trato medico que estoy recibiendo hasta mi quinto mes de embarazo hasta tal punto que me niego a parir aquí y mi opción era irme a España pero entonces pierdo el derecho a baja maternal y demás . He hablado con mi seguro y puedo parir en zurich si quiero pero no se por donde empezar a buscar. Estoy agobiada, sobrepasada y deseo el parto mas natural del mundo pero se que tengo endometriosis y cosas que podrían complicarlo y deseo un centro medico que pueda ofrecerme las dos y sobretodo seguridad en el equipo medico. Cualquier cosa que me podáis aconsejar os lo agradecería.

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