Mudanza. La sola mención de la palabra ya provoca escalofríos. De hecho, pocas palabras tienen la capacidad de despertar sentimientos cercanos al terror de manera tan rápida y efectiva. Sobre todo si una mudanza planea en nuestro horizonte temporal. Y si es internacional ni te cuento.
Y es que la palabra mudanza, además de «recoja sus cosas y muévalas de sitio», es sinónimo de cambio, de nueva etapa, de incertidumbre, ilusión y esperanza… pero siendo realistas es, sobre todo, sinónimo de «la que me espera», «a ver qué pierdo esta vez» y de agotamiento físico y mental sin parangón.
Se nota que me he mudado unas cuantas veces, ¿no? 🙂 En base a mi experiencia, a la hora de mudarse lo mejor es a) enmarronar pedir ayuda a familiares y amigos y b) contratar a profesionales. Y es que, sobre todo lo segundo, sale a cuenta para que el proceso sea lo menos traumático posible y sobrevivan la mayor parte de los objetos implicados. Especialmente nuestros nervios, que esos son irreemplazables. Sigue leyendo