Después de emigrar por necesidad, emigrar por amor es el escenario más complicado al que se enfrenta una persona que decide irse a vivir a otro país. Ya sea por seguir a la pareja en una nueva aventura laboral o trasladarse para estar cerca de él/ella, emigrar por amor es un proceso normalmente complicado, sobre todo a nivel «mental».
Porque, a estas alturas de la vida, todos tenemos claro que «no sólo de amor vive el hombre», ni la mujer; ni en sentido figurado ni literal. Por eso la decisión de emigrar por amor suele ir acompañada de otras muchas decisiones que trascienden el plano personal, mil dudas de todo tipo y miedo, mucho miedo.
Dejando a un lado lo difícil que resulta alejarse de la familia y los amigos, los interrogantes que atormentan a quien se plantea emigrar por amor se dividen en:
- Dudas personales: ¿me adaptaré a vivir allí? ¿me gustará? ¿seré feliz?
- Dudas laborales: ¿encontraré trabajo? ¿podré continuar con mi carrera/proyectos?