Desde nuestro ascenso al Monte Pilatus el invierno del año pasado, me quedé totalmente prendada de la sensación de subir a lo más alto de una montaña y admirar el paisaje desde allí arriba. La vista de los Alpes completamente nevados, el sol acariciando Lucerna y reflejándose en los lagos… fue una experiencia de las que no se olvidan.
Desde entonces, nos quedamos con ganas de repetir en otra época del año para disfrutar otros paisajes, otros colores… así que este verano, siguiendo con nuestro plan de convertir cada fin de semana en unas mini-vacaciones, mi costillo me sorprendió con una escapada a orillas del Lago Lucerna que comenzó, precisamente, con una subida al Monte Rigi. Emoción máxima!!!