Sí, a mí también me ha pasado. Cuando nos conocimos el flechazo fue instantáneo, todo en Suiza me gustaba. Era tan bonita, tan divertida… podía pasar las horas muertas perdida en sus campos o vagando por sus calles. Y sin querer-queriendo me enamoré hasta las trancas.
Al mismo tiempo, lo confieso, me olvidé un poco de España. Nuestra relación se había deteriorado bastante en los últimos tiempos. Ya se sabe, la rutina, lo de siempre, que si tú, que si yo… Pero volvamos a mi love story. Me enamoré de Suiza y no se me ocurría mejor lugar en el que estar. Cuando nos separábamos la echaba de menos y estaba deseando volver a sus brazos. Ay, ángel de amor…
Como es normal, todo lo que sube, baja y ese beber los vientos por Suiza se fue apagando. Me seguía haciendo tilín y regalándome preciosos paisajes, pero ya no era lo mismo. Y llegó el desencanto como un bofetón.