El pasado domingo se cumplieron 5 años desde que llegué a Suiza. Acompañada de mi recién estrenado marido, tras varias semanas de luna de miel de ensueño y en un coche lleno de cajas y maletas, recorrimos la distancia que separa Talavera de la Reina de Uzwil -que a algun@s os sonará de “1 franco, 14 pesetas”, preciosa película, muy recomendable-, en un viaje de dos días con parada en Montpellier para descansar. En total, más de 1.500 kilómetros y 22 horas atravesando España y Francia hasta cruzar la frontera suiza en las inmediaciones de Ginebra.
Aunque ha pasado tanto tiempo, recuerdo vivamente la emoción que subió conmigo al coche aquel día, los sentimientos encontrados ante el paso de habíamos decidido dar – la pena por alejarme de mi familia y amigos, y la alegría por empezar lo que para mi era una gran aventura- y las GANAS mayúsculas de llegar y estrenar una nueva vida.
Recuerdo a mi compañero de viaje, una persona a todas luces más prudente y comedida que quien escribe, intentando poner freno a mi ilusión desbocada, dejándome caer que todo iba a ir bien pero que no podíamos esperar un camino de rosas; que afrontábamos un gran cambio plagado de retos y obstáculos, y que los momentos difíciles llegarían; que surgirían problemillas que resolveríamos pero con los que tendríamos que lidiar… Sigue leyendo